Fábulas

 La liebre y la tortuga- 6 años 

Con arrogancia y soberbia, una liebre se burlaba constantemente de una tortuga por su lentitud. Un día, harta de las agresiones, la tortuga le propuso correr una carrera para ver cuál de las dos era más veloz. La liebre, entre risas, aceptó la propuesta.

Finalmente llegó el día de la carrera y todos los animalitos del bosque se acercaron a la línea de partida para ver la competencia. Apenas se escuchó la señal, la liebre salió corriendo a toda prisa. Mientras que la tortuga, con su paso lento pero constante, avanzó por la pista, en la que su competidora no había dejado otro rastro que el polvo que levantaron sus ágiles patas al correr.

Relajada y orgullosa por su desempeño, la liebre decidió tomar una siesta cuando le faltaba poco para llegar a la meta, pero ya daba por descontado que sería la ganadora. El problema fue que se quedó dormida. Cuando se despertó, exaltada, vio a lo lejos que la tortuga estaba a dos pasitos de la línea de llegada. Corrió con todas sus fuerzas pero, cuando alcanzó la meta, ya era tarde. La tortuga había ganado y era aplaudida y ovacionada por todo el público.

Moraleja: La vanidad y el exceso de confianza nos pueden jugar una mala pasada. Nunca te burles de los demás por no tener tus mismas habilidades, porque pueden tener otras. La perseverancia y la constancia rinden sus frutos.


La gallina de los huevos de oro- 4 años 




Una pareja de granjeros compró la gallina más gorda y rebosante del mercado. A la mañana siguiente, cuando fueron a buscar los huevos al gallinero se toparon con que la flamante gallina había puesto ¡un huevo de oro! Este extraño suceso se repitió cada día.

Sin salir de su asombro, a la pareja se le ocurrió que si mataban a la gallina, podrían hacerse de todos los huevos de oro al mismo tiempo sin tener que esperar a que ponga un único huevo por día. El problema fue que, cuando la mataron, en el estómago de la gallina no encontraron nada. Se quedaron sin la gallina y sin los huevos de oro.

Moraleja: La codicia nunca es buena consejera: nos puede llevar a perder lo que tenemos y a convertir la fortuna en pasajera.






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